El escaso número de cabezas que reflexionan sobre el bien de la Humanidad en un momento crítico como éste temo que nada signifique ante la confusión reinante: más provocada aún que comprensible, más ciega ante el futuro que previsora, más vil explotadora del momento que amenazada por él... Estamos de los G-7, 10, 20 o veintitantos hasta las narices: de su inutilidad, de sus secretos a cuestas y sus rectificaciones, de sus torpes y vacilantes decisiones, que sobrepasan poco a poco sus límites, invadiendo los de la política internacional. Si lo primero que hace ese G-20 no es reconocer que el siglo XXI lo sobrepasa en el campo económico, debe ser disuelto por el más alto de los organismos internacionales: la ONU si lo es, porque el aire está tan contaminado que ni de eso nos deja estar seguros... Pero sí hemos de estarlo de una cosa: que para llenar un vacío lo primero que hay que hacer es verlo. Y ese vacío está ahí. A expensas del primero que llegue. Es posible que por Oriente. Y en el nuevo reparto hemos de jugar todos. O romper de una puñetera vez esta baraja.
Antonio Gala. El Mundo (12/10/2010)