De mis días de vacaciones que pasé hace apenas dos semanas con mi novio en Madrid no sólo volví con un agradable recuerdo y un satisfactorio (y merecido) descanso sino que en mi maleta me traje, cómo no, unos cuantos libros. Entre ellos una lectura pendiente desde hace unos cuantos meses:
Nunca fuimos a Katmandú, de la entrañable
Lola Mariné, a la que hoy dedico esta entrada y cuya novela os quiero recomendar.
En ella encontraréis la historia de varias mujeres, diferentes perfiles femeninos que os resultarán cercanos, fácilmente identificables, reconocibles, tanto para hombres como para mujeres, pues son la fortaleza de las relaciones humanas, los lazos del amor y más aún, de la amistad, los que mueven a las protagonistas de esta historia. Y cuando hablamos de literatura, y cuando no también, estos valores son universales, y no conocen género.
Lola escribe y describe, según va desarrollando el relato, con mayor profundidad y hondura a esas mujeres que abren su corazón y nos muestran sus inquietudes, sus falsas seguridades, sus miedos, sus sueños, sus afectos, y sobre todo, la maravillosa complicidad que surge entre todas ellas. Resulta, en definitiva, una primera novela cargada de emoción y de realidad, que promete un gran futuro a esta escritora.
Sigo su
blog y los trabajos litararios que de ella he podido conseguir desde hace tiempo, y siento por ella ese cariño especial que nace en un lector fiel hacia una persona que, en la distancia, me resulta cercana, amigable, luchadora, soñadora y sensible.
Hace un par de años me mandó un libro de relatos titulado
Dejad que os cuente algo, donde busqué como loco aquellos escritos por Lola (y los de Diego, por supuesto; un saludo enorme si algún día lees esto). En su dedicatoria ponía lo siguiente:
Para Kike estas letras que viajan de Barcelona a Burgos pasando por las Corralas de Mayrit
No sabéis cuanta ilusión me hace poder recomendaros, a todos, en este blog, su primera novela publicada. Y, al igual que ella me dedicó aquel libro, hoy la dedico yo esta entrada a ella:
Enhorabuena, Lola.
Y los demás, ya sabéis, corriendo todos a la librería.
PD.: Aprovecho para recordar, porque me parece una ocasión muy oportuna, que mañana 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.